El ilustrador Adolfo Serra nos visitó hace unos días. Había sido invitado a través del proyecto “Dibujantes de historias” del Ministerio de Cultura, por la coordinadora del ciclo de Ilustración, Helena García.
Todos esperábamos el momento con gran entusiasmo pues es un evento central en la actividad del ciclo junto a Molotov.
Adolfo Serra nos narró de manera muy divertida, plagada de anécdotas personales, cual había sido su peculiar camino vital y profesional en el campo de la Ilustración. Lo hizo en el Salón de Actos de la Escuela de Arte ante un público muy receptivo compuesto por alumnado, profesorado y fans de su trabajo creativo.
Empezó su vida profesional, recién licenciado,como publicista pero poco convencido de que fuera su verdadera vocación y cumplidos los 30 años, su vida dio un giro radical y comenzó a estudiar en la Escuela Artediez de Madrid, el mismo ciclo de ilustración, o muy similar, que el que se imparte en nuestra escuela.
Adolfo Serra es, además de un gran ilustrador, muy buen comunicador y didacta, estudió Publicidad y relaciones públicas y ha sido profesor en el master de ilustración y cursos de Domestika, por lo que no le costó encontrar el tono adecuado y mostrarse enérgico y convincente, con la seguridad del que sabe de lo que habla por propria experiencia, pero a la vez cercano y con gran conexión con el alumnado; el ambiente de proximidad estaba asegurado porque Adolfo siente lo que hace y lo expresa muy bien.
Si tuviéramos que definirlo a través de su proceso y de lo que llega a través de sus imágenes podríamos decir de él que tiene un gran poder para conceptualizar, conceptualizar las propias emociones y las ajenas, con esa curiosidad del explorador que en su búsqueda deja espacio para lo que encuentra y hacerlo suyo, con la originalidad propia del que crea de manera genuina.
El alumnado respondió de manera muy activa y curiosa, formulando preguntas de toda índole.
En el taller de la tarde no nos dejó impasibles; las carcajadas, aspavientos y voces de asombro y sorpresa por parte del alumnado ante las actividades que formulaba, inundaban el aula con un ruido desconcertante: ¿qué estaba pasando?
Cada uno se enfrentó de manera distinta a dibujar a su compañero/a de mesa, dejando aflorar la parte más desinhibida e irracional del dibujo, sin posibilidad de racionalizar.
Una segunda propuesta fue la de indagar sobre nuestra propia experiencia del miedo, eliminando lugares comunes para poder profundizar en el propio sentimiento vivido o quizás soñado.
En pocos minutos los alumnos habían conseguido trabajar de manera muy personal y desde su propia emoción en una imagen prácticamente terminada.
Adolfo nos dejó agotados, apenas sin energía, nos exprimió al máximo, supo sacar lo mejor de nosotros creativamente, nos dio herramientas y un punto de partida para seguir trabajando e indagando en nuestro proceso.
Muchas gracias por todo, no olvidaremos tu presencia en nuestras aulas.