El pintor y profesor de la Escuela de Arte de Murcia Eduardo Pérez Salguero, expone su obra pictórica «Over and Ower Again» en el Centro de Arte Párraga de Murcia.
Inauguración 15 de junio de 2017 a las 20:30 horas
Over and Over Again
“Nadie sabe cuáles son las leyes. Que hay leyes / lo sabemos, por las quemaduras diarias al menos” Anne Carson.
Transcurrido el primer tercio del siglo XX, consternados por la consolidación definitiva de los medios de producción y reproducción de masas, ensayistas como Benjamin, Adorno, Schapiro o Greenberg analizaron las nuevas formas de ocio que estaban surgiendo. La cultura se había democratizado, ¿pero a qué precio? Desde una perspectiva fundamentalmente negativa, sus teorías, a las que hoy todavía seguimos volviendo, como si algunos debates se hubieran cristalizado en un momento determinado, insistían en el establecimiento de una serie de jerarquías que permitieran distinguir lo culto o distinguido de lo popular u ordinario. No obstante, ajena al mundo intelectual, la vida siguió sucediéndose a su manera. Lo que en el plano reflexivo parecía rígido e inamovible, en el artístico era permeable, intuitivo. Los artistas, a la hora de utilizar el infinito campo de referencias que se les abría, combinaron alta y baja cultura a su merced, e incluso hicieron de ella una punta de lanza crítica contra las convenciones establecidas.
Décadas después, los iconos de masas no solo han permanecido, sino que han fortalecido su influencia gracias a la omnipresencia de los medios de comunicación. Sus desastres continuos, retorcidos, densos en imágenes desgarradoras y violentas, han conformado toda una dialéctica negativa que no tiene mayor objetivo que la educación en la frialdad. Lo que hoy es una tragedia, mañana será olvido. Tan abierta está la tolerancia al dolor que, un día, lo único esperado es que no sea alguien cercano. En ese espacio, el arte aboga por la conciencia y la recuperación del pasado y del tiempo corporal, aunque su poder se haya visto mermado por la percepción anestesiada con la que miramos. Anulada nuestra capacidad crítica, la ideología dominante introduce sus comportamientos, mientras que el capitalismo emocional especula con nuestra intimidad.
Con mayor profundidad, el trabajo artístico de Eduardo Pérez Salguero captura esta retórica de la violencia, tan natural en nuestra contemporaneidad, y la ubica en instantes suspendidos, aparentemente inofensivos, que nos hablan del resto que queda cuando dejamos de mirar. Aún más, esta labor arqueológica del futuro, que restaura el protagonismo original de las estrellas olvidadas por la moda, muestra el carácter infiel y desordenado de la memoria, de todo aquello que, queramos o no, permanece en nosotros y nos define. Esos mismos objetos de consumo, a los que nos aferramos para distinguirnos del resto, aparecen descontextualizados y reapropiados según diferentes vías: desde su representación completa, que incluye una silueta a modo de pegatina coleccionable, a partes reconocibles de su figura, solamente dibujada, en peligro de desvanecerse. Dentro de ese formato, cercano al del cartelismo, lo textual igualmente adquiere mayor protagonismo al concentrar toda una serie de mensajes que acompañan, mediante descripciones y narraciones, la mirada fácil del icono, que aquí se detiene para evaluar los contenidos tácitos sobre los que se sustentan. En esas mutaciones, cuyos trazos incluyen el empleo de diversos materiales, la atención también queda atrapada por la emergencia de palabras sueltas, realizadas a modo de graffiti, que aumentan el silencio ahogado en el que se mueven los personajes en su doble condición ausente.
En ese sentido, los cuadros se construyen como palimpsestos en los que, a través de sus diferentes estratos, va surgiendo la historia de su propio uso, del carácter reutilizable que le damos a algunos objetos frente al mandato de usar y tirar. Así, a modo de cuaderno, el lienzo aparece plagado de marcas, anotaciones, imperfecciones, dibujos, ecuaciones y tachaduras que indagan en la articulación de su propia estructura narrativa. Construidos en ese tortuoso lenguaje como una página que va repitiendo sus contenidos a base de variar los motivos, Salguero vuelve, una y otra vez, a la perfecta inclusión de la violencia en nuestras vidas. En este proceso, la posibilidad del fracaso, dada la repetición y la condición en serie, estandarizada, de los lienzos y los dibujos, también es mostrada y, con ella, la confrontación milenaria contra la barbarie, la ilusión de una última lucha contra un enemigo claro y definido con el que romper nuestras cadenas, por mucho que esos tiempos venideros, ya pacíficos, no reconozcan ni necesiten el esfuerzo llevado a cabo por su salvador.
Si en El arte moderno en la cultura de lo cotidiano, Thomas Crow señala que la cultura, en los tiempos del capitalismo desarrollado, muestra a la vez la negación y la tendencia, Eduardo Pérez Salguero, empleando la misma iconización que los medios de comunicación, cuya linealidad narrativa a su vez queda subvertida con la composición en sedimentos, se ubica en esa difícil tensión que, por efectiva, plantea preguntas incómodas y, en definitiva, una última llamada a la cordura.
Héctor Tarancón Royo (Comisario de la exposición)